domingo, 18 de marzo de 2012

Crónicas de un barrio a las afueras (3)

"Todos podemos amar la paz pero enamorarte de ella sólo es posible cuando has conocido la guerra". Cristal era bosnia, de madre española."Todavía cuando me echo a dormir escucho tiros, es como si tuviera bombas anti-persona debajo de la cama, que explotan cuando cojo el sueño".
 Había visto morir a tantas personas que ya no mataba ni el tiempo.

Vivía en el bloque frente al mío, desde la ventana de la cocina podía ver cómo vestía al aire con sus bragas, abanderando del color del morbo el cielo de esta perversa ciudad.

"Las manchas de sangre no hay detergente que las borre, se quedan en la memoria". Fumaba entre tristeza y tristeza, a veces miraba al horizonte esperando que ocurriera algo, en sus ojos los cadáveres se apilaban por orden genético.

Ayer estuvimos sentados un rato en el parque, no hablamos mucho. Hay mujeres que dicen más cuando callan que cuando hablan, a Cristal le bastaban dos frases para que el resto del diálogo fuera respirar, como si el idioma oficial entre nosotros se basara en los suspiros.

Nos despedimos fríamente en su portal, ya lo habíamos hecho otras veces. En mi chaqueta su olor jugaba al ajedrez con mi conciencia y mientras mi rey neuronal se tambaleaba, en su casa una bomba le regalaba otra noche de insomnio.

2 comentarios:

  1. Tienes razón, Poeta. Las manchas de sangre se quedan en la memoria, nada las limpia, nada las borra.

    Grande.

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  2. el amor es sueño e insomnio al final....

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