sábado, 9 de octubre de 2010

Me cago en la puta madre del que le ha quitado las curvas a la coca cola

Marilyn tenía mas glamour sentada en el water meando, que tú con ese vestido alquilado.
Y sin embargo, te balanceas por la calle en un columpio imaginario como si todo tu
alrededor más cercano se hubiera enamorado de ti al instante.

Lo cierto es que eres guapísima y tienes ese cuerpo con el que sueña cualquier quinceañero
con acné. Pero se te olvida siempre que la belleza no es más que azar y si no sabes usarla
es ella la que al final acaba usándote a ti.

Sin cerebro no eres más que carne, el rollo efímero de hormonados de gimnasio o la eterna amante
de ejecutivos con casas de tres plantas.
Te miro entre el deseo y el rechazo, la guerra confusa entre la polla y el cerebro, un segundo te cruzas
por la avenida de mis ojos, para luego levantar la cabeza con esa superioridad que te presta la talla
noventa y cinco de un escote de póster de cabina de camionero.

De espaldas, mientras te vas alejando de mi campo de visión, tu culo aeróbico me hace una entrevista
a la que contesto con desganados monosílabos. No mereces ni una sola frase en mi memoria.

Seguramente cualquiera podría pensar que esta prosa que te dedico es por simple rechazo ocular,
por querer y no poderte, por que no accederías a mi cama ni con una dosis triple de esos cócteles
tan absurdos que te tomas.

Pero no, créeme, he follado contigo mentalmente y no eres para tanto.