miércoles, 29 de febrero de 2012

Hambre

El deseo no es algo que quepa en un bolsillo. Que puedas guardar en un cajón. Que puedas olvidar como un cumpleaños. El deseo crea violadores y suicidas. Partos no deseados y maridos cornudos. El deseo roba anillos de dedos anulares con la misma eficacia que el amor los coloca.

El deseo no se puede pactar, es una guerra contra uno mismo donde siempre gana la sangre.

El deseo es mirarte y donde todos ven una sonrisa yo observar fuegos artificiales. Es subir mis ojos por tus piernas hasta donde me permite tu falda y bucear imaginariamente entre tus muslos aprovechando un suspiro como racha de viento. Es verte vestida de negro y que brilles, que te vayas y que tu bendita luz siga parpadeando en mi cerebro como las luces de un puticlub.

El deseo no es masturbarse pensando en ti, es pensar en ti y tener que masturbarse.

Es verte en el rostro de cualquiera, olerte a kilómetros de distancia, tenerte a pesar de tus ausencias.

Eso es el deseo. Y esto es en lo que me convierte:

Un hombre hambriento.

viernes, 24 de febrero de 2012

De amistades no aptas


No debe ser sencillo tenerla a pocos centímetros y no pensar en arrancarle algún beso. Cuando digo alguno me refiero a mil y en todos ellos usar la lengua.


Hay mujeres de las que uno no puede hacerse amigo, de serlo solo la falsedad consigue mantener ese contacto. No se puede luchar contra la sangre, de hecho puedo llegar a admirar a quien teniendo cerca la belleza, consigue tener un diálogo decente. A quien es capaz de hablar del clima mientras piensa en comerle las tetas y que la temperatura cambie, hasta que el hombre del tiempo piense en el suicidio por su enésimo fallo.

Hablo solo desde el olor, no era perfume, era ella, he pasado a tres metros, quizás cuatro y me ha pegado con la fuerza de un boxeador, que acaba de enterarse que su mujer le es infiel, en todo el cráneo. No he besado la lona, he lamido su ausencia, a cada paso que me alejaba de su piel.

He pensado en los hombres de su vida, en sus vecinos, en sus amigos, en sus compañeros de trabajo. En cómo harán para disimular el deseo, cómo consiguen que una evidencia tan letal sea cotidiana. Me han dado pena. Mucha. Saber que se limpian con papel higiénico una atracción de la que seguramente disimularán con frases absurdas sobre el invierno.

Me he ido calle arriba, silbando una canción de hombre feliz. Teniendo la certeza de que tener una "amiga" así es como conservar eternamente un ferrari en el garaje. Y a menos que sepas mucho de meteorología ni siquiera podrías decir algo coherente.